¿Nuestra bioseguridad está preparada para evitar la entrada de PPA?
El sector porcino en España lleva varios años mirando de reojo la evolución de la PPA en los países del este de Europa, ya que medidas adoptadas no están frenando a su avance. ¿Cómo podemos proteger a nuestros cerdos ante esta situación?
El sector porcino en España lleva varios años mirando de reojo la evolución de la PPA en los países del este de Europa y parece que las medidas que en algunos de ellos están tomando las Administraciones correspondientes no están consiguiendo parar su avance. Y ese constante “estar en estado de alerta” hace que haya relajación en las medidas de bioseguridad, lo cual es un riesgo que no nos podemos permitir.
En los últimos días los casos, en lugar de remitir, están apareciendo casos de PPA cada vez más cerca de España. Ante esta amenaza, se esta aconsejando a las explotaciones porcinas que extremen sus medidas de bioseguridad, aunque creo que este tema sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro sector, o por lo menos, quedan muchas cosas por hacer.
Sirva de ejemplo la encuesta sobre bioseguridad que se realizó en España en 2016. A día de hoy, después de dos años, no tenemos resultados ni conclusiones. Evidentemente, dicha encuesta no se ha repetido para ver si las granjas han mejorado sus deficiencias. A veces cuesta entender porqué ocurren estas cosas en un sector tan dinámico, fuerte e innovador.
Quizá puedan servir de ejemplo los resultados obtenidos de una muestra de explotaciones (333) de la ADS del Bajo Cinca para que nos demos cuenta que tenemos que mejorar mucho en el aspecto de la bioseguridad.
Un buen vallado perimetral es primordial en la lucha contra la PPA, ya que evita el contacto con otros animales salvajes, principalmente jabalíes, pues la experiencia dice que en otros países esta ha sido la forma de difusión de la enfermedad. Deberíamos repasar cada mes el lineal de la valla y reparar lo que esté estropeado.
¿De qué sirve tener un vallado perfecto si no cerramos la puerta de entrada? Esta deficiencia se comprueba, sencillamente, porque en la entrada de las granjas no hay un timbre o un cartel con el número de móvil del granjero para avisarle de una visita.
Sería el momento de volver a llenar los vados con soluciones desinfectantes y mantenerlos en condiciones, porque aunque algunos técnicos duden de la utilidad que pueda tener el paso de las ruedas del vehículo durante escasos segundos, la Administración lo exige y en todas las granjas debe de estar.
Esta es una costumbre difícil de cambiar, pero se tiene que estar preparado en estas granjas para aplicar más medidas de bioseguridad, respecto al camión y al camionero, que muy probablemente vienen de otra granja. Se trata de reducir el riesgo de esa operación imprescindible y muy frecuente.
Pero si hablamos de vehículos con riesgo y de visitas casi diarias, es el caso del camión de recogida de cadáveres, que entra en el 12% de las granjas: inaceptable en cualquier explotación. Compartir espacios con un vehículo de tan alta peligrosidad es un riesgo que se corre casi cada día porque sus visitas son muy frecuentes. Además, el 44% no desinfecta periódicamente el contenedor ni la zona donde se aloja.
Además, cuando el contenedor está fuera de la granja, debería de estar vallado, puesto que el riesgo por animales salvajes aumenta.
Con el vehículo que gestiona los purines ocurre algo parecido, pues suele cruzar por dentro de la granja y en el 62% de las explotaciones la recogida de purín se hace con un vehículo compartido con otras explotaciones.
Solo el 15% de las granjas tiene un camino independiente para estos vehículos peligrosos.
Encontramos también un problema importante en los lugares donde se alojan los animales nuevos que llegan a una granja. Aunque las cuarentenas cada vez se van haciendo mejor, en el 19% de las granjas los animales nuevos, se encuentran en contacto directo con los animales de la granja y así es imposible parar cualquier proceso infeccioso que porten los animales nuevos.
Nos falta poder diferenciar la zona limpia de la zona sucia y un poco (o un mucho en algunos casos) más de higiene. Ya no solo pensando en las visitas (tanto del sector como de mantenimiento), sino en la calidad de vida de los trabajadores de la explotación, que todos los días están allí.
Esta es una práctica muy peligrosa para muchas enfermedades, pero especialmente en el caso de la PPA, que es muy contagiosa. En ocasiones se comparte material de trabajo entre granjas, incrementando el riesgo si el granjero es cazador de jabalíes y no extrema las medidas de bioseguridad tras las jornadas de caza.
En la transmisión de la PPA tienen un papel importante los gatos y perros que conviven con los cerdos. No hay que olvidar que se ha comprobado la gran importancia que tienen las garrapatas en la transmisión de la PPA y generalmente estos animales que viven en la granja no reciben los controles sanitarios y tratamientos de desparasitación adecuados.
Aunque en algunas granjas sí se lleva a cabo un programa DDD, pero en la mayoría de los casos se desinfecta tras lavar y se combaten los roedores por el daño que causan a las instalaciones, pero la otra “D” (desinsectación) apenas se trabaja. El 46% de los granjeros no tiene carnet de aplicador de biocidas y el 48% no tiene bien cumplimentada la hoja de registro de biocidas y por tanto, no gestiona correctamente este tema tan importante.
Si una tela se rompe no se debería esperar al final de la crianza, sino que hay que repararla al momento, y debería estar en todas las aberturas, incluyendo caballetes, chimeneas, ventiladores….
Para el estudio de epidemiología de la PPA y predecir nuevos brotes es imprescindible que el libro de visitas esté actualizado.. Otra recomendación que se hace para detectar precozmente un brote es observar si en pocos días aumenta el número de bajas, y esa actualización del libro de explotación en muchos casos se hace al final de la semana o, en el peor de los casos, al final de la crianza, impidiendo reaccionar ante un signo tan evidente de que hay un problema. El 20% no actualiza correctamente el libro de movimiento de animales.
Por último, otro aspecto al que se le está dando mucha importancia al ser una vía de entrada de la PPA en las granjas es la introducción de alimentos contaminados. Aunque en las granjas de madres sí que los trabajadores llevan comida, en los cebaderos (que son casi el 80% de las granjas del ADS) no es habitual que los granjero coman, porque no están trabajando toda la jornada.
Realmente, estos datos me preocupan en estos momentos de amenaza de PPA y lo más alarmante es que poco o nada se está haciendo para remediarlo.